sábado, 18 de julio de 2009

VIDA RELIGIOSA: ¿Cómo nace y se consolida una vocación?

La vocación a la vida religiosa es una forma de realizar la vocación cristiana. Está abierta a todos, pero no todos son llamados. ¿Cuándo y en qué condiciones un joven cristiano puede sentirse llamado a ser religioso en la Iglesia? ¿Cuáles son los elementos de una vocación a la vida religiosa?
Una decidida opción por Jesucristo
"Caminando por la orilla del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Y les dijo: veníos conmigo y os haré pescadores de hombres. Ellos, al instante, dejando las redes, lo siguieron" (Mt 4, 18-22).
Jesús llama y quien es llamado responde con el seguimiento. La vocación de los apóstoles es modelo para todos los que quieren seguir a Jesús. La vocación no nace del idealismo o la generosidad juvenil, nace de la fe. Es respuesta a una llamada previa que Jesús nos dirige. Es Él quien toma siempre la iniciativa y no nosotros. Él se hace siempre el encontradizo: pasa, mira, llama... el discípulo escucha, obedece y se pone a seguirle.
No te decides a ser religioso/a simplemente porque quieres entregarte a pacificar la sociedad, infundirle esperanza o trabajar por la justicia. Te haces religioso ante todo por Jesucristo. Descubres por la fe que Jesucristo es el primer valor de tu vida, y quieres que, poco a poco, este descubrimiento te vaya conquistando por dentro hasta que de verdad Jesucristo sea lo más importante en tu escala de valores. Has decidido seguirlo. Y seguirlo significa quererlo con toda el alma y prestarle nuestro corazón y nuestro cuerpo, nuestras cualidades y gustos, nuestra salud y nuestros estudios, nuestro interés y nuestro tiempo pleno, a fin de que a través de nosotros, este Jesucristo que vive hoy pueda seguir su tarea de liberar y de salvar a la gente. Entre nosotros nadie que no haya descubierto a Jesucristo y que no haya sido atraído fuertemente por su Persona y su tarea está llamado a la vida religiosa. Quien haya hecho este descubrimiento puede seguir preguntándose por la vocación.
La consagración religiosa
Seguir a Jesús, ser discípulo suyo, significa responder a su llamada a vivir con Él y como Él. Vincularse incondicionalmente a su persona, hacerse con Él compañero de camino, identificarse con su estilo de vida: su virginidad, su obediencia y su pobreza y compartir su mismo destino en plena fidelidad y disponibilidad a las exigencias que implica esta vocación. Seguir a Jesús supone también colaborar en su misma misión, el proyecto del Reino.
El religioso es el cristiano que intenta vivir la consagración del bautismo —es decir, su condición de hijo de Dios y de ciudadano del Reino— en toda su radicalidad, llevando hasta sus últimas consecuencias las exigencias implícitas del bautismo.
La fe en Cristo, en su llamada, le lleva a cogerlo como Persona y como Palabra, dejarse «poseer» por Él y ponerse a su entera disposición. La consagración religiosa es un misterio entrañable del amor de Dios. Dios se da en Jesús, plenamente, al que llama. Y el consagrado le responde amándole con todo el corazón, es decir, con toda su vida; le da su ser en profundidad. Pero una persona sólo se entrega realmente cuando se entrega por amor y cuando entrega su amor. El amor es el primer don, la raíz y principio de todos los demás dones. Y el amor total sólo se expresa con el don total de sí mismo. Por eso la consagración religiosa es consagración de amor. Con las características propias del amor verdadero: la totalidad en la entrega, la exclusividad en la persona amada y el desinterés absoluto en servirle.
Entrega y amor que se concretan en vivir con Él y como Él, asumiendo su mismo estilo de vida, los "consejos evangélicos". Son un camino nuevo para el que quiera estrenarlo; una vida nueva para el que quiera embarcarse en ella; una verdad nueva para el que quiera caminar a su luz. No son muchos, apenas tres. Se resumen en ser pobre como Él, célibe como Él y obediente como Él. Sus consejos los enseña con su vida. No habla de la pobreza como teoría, sino que invita a vivir pobre. No habla del celibato como una utopía, sino que invita a amar con amor universal y a darse por el Reino. No habla de obediencia como un plan de acción, sino que pide ser coherente con el proyecto de Dios y llevarlo a cabo hasta las últimas consecuencias.
Los consejos evangélicos son radicales, exigentes, desconcertantes, son una aventura que sólo se entiende viviéndola. Son expresión de amor, amor total, consagrado, la expresión máxima del amor total. Son donación plena de la persona, de lo que la persona es y de lo que la persona tiene: dedicación absoluta e inmediata al amor y al servicio de Dios. Sin el amor a Cristo, los consejos evangélicos no tienen sentido, ya que los votos son la expresión del amor personal a Cristo.
Esta convivencia con Cristo se traduce y expresa en convivencia externa con los hermanos, en la vida fraterna. Esta fraternidad va generando unas relaciones basadas en el servicio, y en la entrega; creando así una vida de familia que se traduce también en la acción apostólica.
TESTIMONIO
Desde hace 35 años conozco a María, una mujer sencilla, optimista, alegre y una persona que, como decían de ella cuando era pequeña, donde pone el ojo pone la bala, es decir, si está convencida de algo y se propone conseguirlo... va a por ello. A ratos mi amiga María me ha ido contando sus cosas, le he pedido que me permitiera contároslo y ha asentido. Os voy a contar la aventura que, hasta el día de hoy, está viviendo María:
María lleva catorce años en una congregación religiosa cuyo nombre en pequeño es HERMANAS CORAZONISTAS, la primera que inició esa aventura fue Isabel Larrañaga y Ramírez, la siguieron y la siguen muchas... entre ellas hoy está María. María quiere seguir a Jesús y vivir su mismo estilo de vida: disponibilidad, amor, entrega total a Dios y a las personas. Cuando empezó de modo consciente esta aventura tenía 21 años y había terminado Magisterio. Digo de modo consciente porque Dios, desde siempre, pensó en ella pero hasta un momento dado María no se dio cuenta ni respondió.
En su aventura han transcurrido varias etapas. Una primera fue la de distinguir y conocer qué era eso que sentía dentro: una atracción hacia el bien, la felicidad, compartir, sentir que Dios la había puesto en el mundo confiando que haría algo bueno por los demás desde una amistad especial con él. Ella me dice que es algo así como sentir que junto a una persona específica uno puede vivir siendo feliz y obrando el bien. Dice que es como lo que sienten las parejas que planifican su vida, no en vano la imagen de cómo Dios nos ama es la del matrimonio. Jesús la quería y a ella le atraía Él sin entender muy bien por qué ni cómo. Estuvieron tres años conociéndose más profundamente y conociendo lo que era VIVIR CON EL.
Al final de los tres años María y Jesús hicieron público su compromiso en la primera profesión de los votos. En el tiempo transcurrido se dio cuenta que había recibido un regalo de Dios: el ser capaz de amar a los demás como Jesús les ama, supo que este era su modo peculiar de identificarse con Jesús en sus sentimientos hacia Dios y hacia los hombres. Su sorpresa fue mayor cuando descubrió que esa fue también la experiencia vivida por su fundadora: Isabel Larrañaga y que ese regalo -que recibe el nombre de CARISMA- lo reciben también todas las personas que quieren seguir a Jesús en esta Congregación. Así -me dice María- es como las muchas chicas han hecho de este modo de vivir el estilo de su vida.
María fue destinada a un Colegio, un gran Colegio. Jesús se fió de ella y puso en sus manos varias tareas: la educación de niños de 10, 11, 12 años... convivencias, marchas, actividades catequéticas y además comenzó a estudiar teología. El nuevo camino se inició con una gran cuesta hacia arriba, se sentía responsable de dar fruto en todo lo encomendado. Le parecía que Jesús se fiaba demasiado de ella... Con todo se entregó, con buen ánimo.
En el transcurso de los años siguientes la aventura transcurrió bajo diferentes cielos climáticos. Etapas de sol y facilidad al caminar y tramos recorridos con nubes, tormentas, lluvias torrenciales bajo las que fue imposible salir sin quedar empapada. En los momentos difíciles María llegó a pensar que esta aventura era demasiado para ella, yo la animaba pero ella quería convencer a Jesús de que se buscara otra, que ella no tenía por qué pasar –como Él- por momentos de oscuridad y soledad. Se suponía que Él iba a estar con ella siempre y... en bastantes ocasiones a María le parecía que Jesús se marchaba. La cosa no era tal. Lo que pasaba es que mi amiga empezó a obrar por su cuenta sin contar con Jesús y... claro, las cosas sin Él comienzan a perder el sentido. Yo se lo decía pero no me hacía caso. En uno de los recodos del camino María se paró dispuesta a no dar un paso más. María descansaba en unos Ejercicios Espirituales, acostumbraba a quedar con Jesús a solas durante ocho días, todos los años. Allí se quedó quieta y le dijo a Jesús: “Haz lo que quieras, yo ya no trataré de buscar salida, aquí estoy, llévame donde quieras pero ven tú conmigo, es mi único deseo” Y... en la quietud y silencio se presentó El, sin palabras... sólo al final de los días de descanso Él dijo: “Te desposaré conmigo para siempre... te desposaré en amor y compasión, tú conocerás a tu Dios. La alegría que encuentra el marido con su esposa es la que encuentra tu Dios contigo”. Así María se comprometió de nuevo con Jesús. Un año después María y Jesús anunciaron públicamente su compromiso de vivir en alianza PARA SIEMPRE.
La aventura continúa, han pasado cinco años del definitivo compromiso, pero María y Jesús lo renuevan diariamente, ella ya no se asusta ante las tormentas, aunque esto no quiere decir que no lo pase mal en los momentos difíciles, pero, dice mi amiga, “es que Él no ha fallado nunca a su promesa de hacerme FELIZ DÍA A DÍA”. María sigue dando clases a los chavales, disfrutando con ellos en actividades misioneras, en convivencias, campamentos, escuchando las inquietudes de los jóvenes, ayudando en tareas de formación y sobre todo testimoniando junto a sus hermanas de comunidad que merece toda la pena VIVIR PARA JESUCRISTO. Lo sé muy bien, la conozco, vivo con ella día a día, porque... ¿os cuento un secreto... bajito...? Yo... soy María.
María V.
Para tu oración
Ponte en la presencia de Dios. Sé consciente de que vas a orar con su Palabra y eso te compromete a la escucha de lo que esa Palabra te exija.
Comienza a leer la oración que te proponemos muy lentamente; al terminar un párrafo vuelve a repetirlo; centra ahora tu atención en la primera frase que te impresione especialmente, y deja que resuene en ti...
Utiliza tus propias palabras para decirle al Señor lo que te evoca, para expresar aquello en que te ves urgido a cambiar, o para agradecerle o pedirle perdón... Pasa luego a otra frase.
En busca de un proyecto de vida
Es el momento, Señor, de orientar mi vida;es la hora de dar rumbo a mi existencia;estoy a punto para descubrir un nuevo camino;no me sirve, Señor, el vivir en eterna encrucijada.Estoy ante Ti abierto como la playa al mar;estoy en busca de tus pasos, de tus huellas;quiero dejar atrás mis caminos y entrar por "tus caminos";quiero decir sí al plan de Dios para los sueños de mi vida.
Aquí estoy, Señor, como Saulo en el camino de Damasco;y te digo sin rodeos: Señor, ¿qué quieres que haga?Aquí estoy, Señor, como Samuel en la noche y te digo:Habla, Señor, que tu siervo escucha.Aquí estoy, Señor, como María cuando era joven y te digo:He aquí la esclava; que se haga en mí según tu Palabra.Aquí estoy, Señor, con un corazón disponible como el tuyoy te digo: quiero hacer tu voluntad.
Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Qué me pides?Señor, ¿cuál es el plan del Padre para mi vida?Señor, ¿cuál es el proyecto que quieres que realice?Señor, ¿a qué me llamas? ¿por dónde quieres que camine?Señor, ¿cómo estar seguro de tus caminos en mi vida?Señor, ¿seré capaz de ser fiel a la llamada que me haces?Señor, ¿y si me equivoco y tengo que volver atrás?
Quiero, Señor Jesús, salir de esta confusión en que vivo.Quiero, Señor Jesús, escucharte y dar respuesta a tu llamada.Quiero, Señor Jesús, dejar todo, quedarme libre para seguirte.Quiero, Señor Jesús, arriesgar mi camino con el tuyo.Quiero, Señor Jesús, dejar mis miedos, dar paso a mi fe de joven.Quiero, Señor Jesús, fiarme de tu plan porque me amas.
Yo sé que me has mirado, que has puesto tus ojos en mí.Yo sé que me quieres para ser servidor de tu Reino.Yo sé que me das la fuerza de tu Espíritu para ser enviado.Yo sé que es posible realizar tu plan y ser feliz.Señor, quiero hacer de tu Persona y tu Evangelio,el proyecto de vida que dé sentido a mi existencia.Aquí me tienes, Señor, para hacer tu voluntad
A.- MI OPCIÓN
¿Cómo me encuentro respecto a una decidida opción por Jesús?
Me atrevo a preguntarle al Señor con responsabilidad: "Señor qué quieres que haga"?
Las dificultades que se me presentan para plantearme la posibilidad de ser religiosa/o, ¿son las mismas que encuentro para seguir a Jesús con entrega y coherencia?
Si son otras, ¿cuáles son?
¿Las podría abordar y superar?
B.- MOTIVACIONES PARA LA VIDA CONSAGRADA
"Sé de quien me he fiado" San Pablo.
Cuando Pablo hizo esta afirmación sabía "por qué" la hacía. Se conocía a sí mismo y había tenido experiencia del Dios en quien había puesto su confianza. Siempre es importante saber "por qué hacemos las cosas", "por qué" optamos por tal o cual camino. Esos "porqué" son las motivaciones que nos mueven interiormente a decidir.La siguiente es una lista de afirmaciones por las cuáles un joven puede estar motivado para optar por la vida consagrada. Puntúalas del 1 al 10 según la importancia que creas tienen. Completa las que crees que puedan faltar:
(__) Porque es llamado por Dios (__) Porque tiene una misión social que cumplir.(__) Porque le gusta.(__) Porque desea imitar a tal persona(__) Porque daría una gran alegría a sus padres.(__) Porque cree que en ese camino se realizaría.(__) Porque desea responder a una voz interior.(__) Para poder dedicarse a los pobres y marginados.(__) Para vivir la comunidad fraterna.(__) Para extender el Reino.(__) Para evangelizar.(__) Para lograr mi propia salvación y santificación.(__) Para imitar, seguir y amar a Jesús.

1 comentario:

  1. hOLA MARTA que alegria encontrar otra profesional catolica. Unete a nuestro blog que junta psicologos y medicos de latinoamerica catolicos.

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    un abrazo
    adri

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