sábado, 18 de julio de 2009

Guía para la crisis de identidad

Todos los días luchamos una batalla campal con nosotros mismos. Contamos con las armas para triunfar, tenemos todo para ser felices, pero… ¿Por qué en ocasiones no somos capaces de enfrentarnos en el campo de lucha y vencer?

Creo que la respuesta está en que no hemos descubierto o re-descubierto el potencial que llevamos dentro. No pretendo dar un curso de optimismo ni mucho menos, simplemente dejar en claro que somos seres humanos capaces de explotar los recursos que la vida nos pone al paso. A diferencia de los animales o las cosas, podemos transformar lo creado para nuestro propio beneficio, sin que ello represente peligro para quienes nos rodean.

Cantidad de veces nos sometemos a nuestros instintos, nuestros deseos desordenados, nuestras “pasiones”, sin caer en cuenta que ellas representan nuestra propia “perdición”.

Me explico con el siguiente testimonio de una persona sobreviviente al cáncer, que nos cuenta:

<
Si alguien conoce la Ley de atracción sabe que dependiendo de nuestro estado de ánimo, de los sentimientos con los que vivimos, es lo que atraemos. Si estoy triste atraigo la apatía, la pereza, el desencanto. Si estoy alegre atraigo felicidad, armonía, paz.

Tres años experimenté desaliento, cambios constantes de empleo, relaciones afectivas que fracasaban, soledad, tristeza… Sentí que mi vida no tenía sentido alguno, ni siquiera me precupaba por ser la mejor de la clase o presentar trabajos y proyectos escolares. Las deudas me comían y mi familia no podía apoyarme. Mi depresión era tal que dos veces teniendo fuertes sumas de dinero lo desperdicié en sabe Dios que cosas, sin poder saldar mis deudas, al contrario, ellas iban creciendo, y eso me deprimíó aún más.

Entré por fin a trabajar a una Organización Civil que me pagaba poco, pero podía hacer poco trabajo también, el hecho de responsabilidades mayores generaba en mi ansiedad y angustia, así que planeé que ello se acomodara a mi y no yo al trabajo. Sin embargo siempre sentía un vacío, y más angustia de tan solo pensar que no estaba dando el cien, cosa que no me satisfacía en absoluto. Recordaba los tiempos en los que mi actitud hacia la vida era diferente, podía hacer casi cualquier cosa que me pidieran, buscaba ayuda para poder sacar el trabajo, o simplemente lo hacía yo sola con mucha vitalidad y energía.

Cuanto más pensaba esto, mayor era mi desilusión por mi vida, me convertí en mi propio juez y verdugo, y con ello me cerraba a toda posibilidad de crecimiento.

Siempre tuve presente a Dios, lloraba suplicándole una oportunidad, una “luz”, un “milagro”, sin pensar que toda la responsabilidad la dejaba en el exterior, es decir, como yo me sentía con pocas fuerzas pues le dejaba a Dios o al destino la enorme tarea de cambiar mi vida, porque yo me sentía sin fuerza para hacerlo.

Un día me responsabilizan de un proyecto. Tan solo la idea de pensar que yo sola tenía que sacarlo adelante me erizaba la piel y padecí constantes dolores de cabeza. Estaba entonces somatizando las emociones tan fuertes que había en mi interior que tenían que salir de una u otra forma, me estaba “autodestruyendo”.

Enseguida comencé a buscar quién se responsabilizara conmigo de hacer el trabajo. Pero por supuesto que no hubo nadie, porque todos estaban haciendo su tarea (menos yo), con lo que volví a sentirme “basura”, por no ser capaz de “tomar el toro por los cuernos”. Hacía otras actividades para evadir esa responsabilidad, diciendo a los demás (ya ami misma) que “era más importante”.

Al fin una mañana llegué con la intención de terminar el proyecto, pues mi jefa estaba incapacitada y no había nadie que me pudiera ayudar, bueno, sí había, pero pensé que podía obtener el crédito si lo hacía yo sola, aún cuando no ganáramos. Esa lúgubre intención de sobresalir egoístamente fue el móvil (Dios toma todo, bueno y malo, y lo transforma para nuestro bienestar) que el universo, naturaleza, Dios (como cada uno quiera llamarlo )utilizó para comenzar el cambio interno.

A la par de ese proyecto tenía que presentar uno similar para otra institución donde trabajo como voluntaria, así que tenía poco tiempo de hacerlo y un entusiasmo casi mágico de conseguirlo. Comencé a ver entonces que las cosas no eran tan difíciles, sino que yo misma me bloqueaba con mensajes subliminales como “Es difícil” “no lo vas a conseguir” “eres un fracaso”, y que solo hasta que tuve la valentía de enfrentarme a mis propios fantasmas fue como comencé a avanzar en el camino.

Terminé tan entusiasmada por los logros que ni siquiera me preocupó el pensar si ganaríamos o no el concurso de proyectos. De hecho aún no lo sé, pero ello ha quedado en segundo plano.

Ahora me siento con una necesidad de recuperar ese tiempo que quedó como enfrascado y que necesita salir, quiero volar, crecer; he logrado en cuestión de días adelantos en mi persona de una manera espectacular, porque echando un vistazo hacia atrás veo que todo lo que me sucedió era necesario para poder comprender hoy día el sitio donde estoy parada. Hoy me siento pisar terreno firme y agradezco a Dios la oportunidad de hacerlo. Estoy haciendo lo que siempre quise hacer y que muy probablemente donde me encontraba antes no podía haber llegado en tan poco tiempo. Lo más importante es que con mi trabajo muchas personas se benefician, porque mi trabajo consiste en conseguir donativos para medicamentos oncológicos que son costosos, para pacientes de bajos recursos económicos. Es increíble entender cómo cuando uno toma responsabilidad de lo que el destino puso como misión tenga resultados casi milagrosos.

Tengo muchas virtudes, así como defectos, pero pienso que cada día es una oportunidad de vencerlos, y que no importa cuál sea mi estado de ánimo, todo está en perfecta armonía cuando me siento ganadora de una batalla interna. De hecho pienso que tengo derecho de sentirme en momentos sola, triste, decepcionada, pero lo que no tengo derecho es de permitir que esas emociones sean las que controlen mi destino…>>

Esta narración nos hace comprender que cuando las cosas nos van mal no podemos (ni es exigencia) ver posibilidades, pero podemos hacer cosas que nos atraigan oportunidades. Si esta persona se hubiera estancado, aceptando cualquier trabajo solo para sobrevivir, pagar sus deudas o cualquier otra cuestión similar, no hubiera atraído el sentido de vida que re-descubrió cuando se enfrentó a sus “fantasmas”.

No es tan difícil comprender, pues, el por qué de lo que nos sucede. Esperando un milagro externo solo estamos condenándonos a ser juguetes de lo que nos rodea. Nos despersonalizamos y minimizamos toda posibilidad de crecimiento.

Si tu vida se encuentra en situación límite, es momento de hacer análisis de aquello que está impidiendo el crecimiento personal. Tan solo necesitas detectar qué es lo que sucede y las herramientas que tienes para combatir el buen combate.

Estos puntos pueden ayudarte:

Asimila las decisiones que tomaste o que por circunstancias ajenas a ti sucedieron. Actúa para cambiarlas de ser necesario, pero no te amargues la vida lamentándote de lo que “pudo haber sido”

Trátate bien. Date a ti mismo una “terapia positiva”. Existen técnicas como abrazoterapia, logoterapia, etc. Lo que más valora quien te rodea es que tengas un aspecto sano y alegre. Nadie quiere estar con un amargado, tristón o autocompasivo. Acerca a las personas con tu optimismo y entusiasmo.

Trabaja con la “Ley de la bendición”. Esta ley ha sido mi compañera de camino toda la vida y seguramente para ti también puede ser de utilidad. Todo es bendición, bueno y malo, nosotros tenemos el poder para cambiar lo malo por bueno, tomando lo que nos sirve y desechando lo que nos “pudre” emocionalmente. Siempre puedes sacar mucho de bueno de todo lo que te acontece.

Aprende a valorar el presente. Quedarte en el pasado es firmar tu propia sentencia de muerte. El pasado nos da sabiduría y respuestas para el presente, pero estancarnos en el nos impide continuar camino. ¡Cuántas cosas de valor desaprovechamos en el presente por quedarnos sentados en el pasado!

Trabaja interiormente. Es la labor más ardua, pero ello te llevará a aceptarte tal como eres. A nadie nos gusta descubrir nuestras debilidades, pero a la par podemos encontrar nuestras fortalezas, que seguramente tendrán más peso que las primeras.

Y recuerda que lo más importante es que auto-descubras la valiosa persona que está en la habitación de las cosas inservibles porque alguien (tu mismo quizá) la puso ahí. Desempólvala y verás cómo poco a poco comienza a retomar actividad. ¡Date la oportunidad de brillar con el esplendor divino que llevas dentro!



Psic. Martha Gálvez


Ř. Derechos de autor.
Queda prohibida su reproducción parcial o total sin autorización escrita al autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario